
América Latina ha tenido una
larga y rica trayectoria en la defensa de los derechos humanos, como pilares de la
transformación política regional de las últimas décadas. Las dictaduras enfrentaron
una encarnizada lucha por los derechos civiles y las libertades democráticas, generada
por movimientos y activistas sociales con una visión común de derechos humanos.
Pese a ello, los avances han
tenido escaso impacto en el bienestar humano - en muchos países la pobreza absoluta, las
enfermedades, la degradación ambiental y la inequidad resultan cada vez más alarmantes.
Los acuerdos de libre comercio e inversión extranjera han favorecido a una élite
económica, en detrimento de la mayoría más pobre y vulnerable, realidad que pone en
juego el concepto mismo de democracia.
Surge entonces un gran desafío
para el movimiento de derechos humanos - no solamente en América Latina sino en el mundo
entero -, con un papel protagónico para los DESC. Por mucho tiempo relegados a un segundo
plano, estos derechos constituyen en la actualidad el arma más poderosa y coherente para
enfrentar las inequidades del neoliberalismo, dotando de una profunda fuerza moral y legal
a las reivindicaciones de vastos grupos sociales frente a actores estatales y no-estatales
y la banca multilateral.
América Latina, con su cultura
de derechos humanos y sus poderosos movimientos laborales, ambientales, indígenas,
comunitarios y de género, se ha movilizado en torno a temas de comercio, deuda,
discriminación, medidas de ajuste estructural, tenencia de la tierra, agua, pobreza y
degradación ambiental. En pocas palabras, ha adoptado como suya una perspectiva de DESC
para enfrentar los problemas actuales más acuciantes.
La importancia de los
DESC
Aunque los DESC tienen sus
raíces en las más viejas tradiciones religiosas y morales de la humanidad, fueron
formalmente reconocidos como tales por la comunidad internacional en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos (1948).
A lo largo de la última mitad
del siglo XX, estos derechos se han convertido en el meollo de muchas Constituciones
Nacionales y Tratados Internacionales, aunque solamente durante los últimos años hayan
asumido proporciones significativas a través de las campañas impulsadas por movimientos
sociales y ONGs.
Para una efectiva realización,
los DESC requieren acciones positivas y sistemáticas de los gobiernos y demás actores
con poder así como garantías de que sus actividades y decisiones no socaven el bienestar
de la población, ni que violen sus derechos.
En otras palabras, los Estados
deben garantizar políticas sostenidas y progresivas de acceso a los mínimos básicos
para una vida digna.(educación, salud, vivienda, alimentación adecuada, trabajo).
Para su vigencia, los DESC
requieren, por ejemplo, que se cuente con un marco legal que exija de los funcionarios
públicos la rendición de cuentas por las políticas sociales y económicas que impulsan.
A su vez, un enfoque DESC exige que la población participe activa e informadamente en la
toma de decisiones que pudieran afectarle y en el control social de las políticas y
acciones de los diversos actores.
Frente a la pobreza, impunidad,
discriminación y marginalización social, exacerbada por la globalización, los DESC
constituyen la más poderosa contrafuerza.
Su importancia
puede resumirse en los siguientes puntos:
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