![]() | Adolfo Pérez Ezquivel El siglo veinte es un siglo marcado profundamente por luces y sombras, con grandes contradicciones: Dos guerras mundiales, genocidios, dictaduras, y en estas contradicciones, en estas luces y sombras tenemos avances positivos para la humanidad, en el campo tecnológico, científico, en los avances de la medicina, en la educación y tenemos también esas sombras terribles que hoy afectan. A pesar de todos estos males que la humanidad ha sufrido, tuvo la capacidad de sobrevivir, porque hay una resistencia en los pueblos. Los pueblos son, muchas veces, como ríos subterráneos que en un momento determinado surgen a la superficie, son emergentes históricos que este sistema no tiene previsto, pero que surgen, porque son los pueblos que dejan de ser espectadores y se asumen como protagonistas de su propia vida y de su propia historia, y esto es lo maravilloso de la vida. El libro sagrado de la Biblia habla de muchos hechos, pero me voy a referir a un versículo que tiene que ver con la globalización. Pensado en la globalización pienso en la Torre de Babel. Las sagradas escrituras dicen que Jehová, viendo la soberbia del ser humano, cuando todos hablaban una misma lengua y comenzaron a construir esa torre para ser iguales a Dios, en castigo a esa soberbia los confundió y todos comenzaron hablar en distintas lenguas y nadie se entendía. Pero hay otra versión profana: dice que Jehová, viendo la soberbia del ser humano, toda esa política del mercado, el Dios Moloc, cuando comenzaron a construir la torre todo el mundo hablaba distintas lenguas, pero viendo esa soberbia humana Dios los confundió y todos comenzaron a hablar la misma lengua y nadie se entendió. ¿Qué pasó? ¿No estamos utilizando los mismos conceptos? ¿La opresión no habla de democracia, no hablamos de globalización? ¿Entendemos lo mismo o estamos hablando y utilizando las mismas palabras vaciadas de contenido y hablando otro idioma, otros conceptos? Se habla del libre mercado. ¿Es cierto que estamos en el libre mercado o nos encontramos en el mercado más amarrado que nunca, dirigido por ese Grupo de los Ocho y por las grandes transnacionales o por el Fondo Monetario Internacional, y el Banco Mundial? ¿Hablamos el mismo lenguaje? Yo creo que no, pero utilizamos las mismas palabras. Hablamos de democracia, ¿qué significa la democracia?. Un gran amigo que caminaba por América Latina, Eduardo Galeano, quien escribió Las Venas Abiertas de América Latina, Memorias del Fuego, y muchas otras cosas, decía que más que en democracia vivimos en democraduras. ¿Qué significa hoy democracia? ¿Dónde está el derecho y la igualdad para todos, dónde está que los niños no se mueran de hambre? No basta poner el voto en una urna para decirnos que vivimos en democracia. Entonces, tenemos que tener mucho cuidado con los conceptos, las palabras, el sentido que le damos a las cosas cuando hay un sistema de exclusión. Esta globalización, esta masificación de una sociedad consumista, nos hace imitar todo, hasta el lenguaje. Tenemos que mirarnos a nuestro interior, tenemos que mirar a nuestra cultura, tenemos que saber mirarnos a los ojos para que nos vuelva el alma. Porque únicamente si encontramos esa identidad de ser nosotros mismos, podremos proyectarnos al mundo. Si no encontramos la pertenencia, la identidad, no podremos liberarnos; nuestros pueblos necesitan buscar esa pertenencia, porque esa globalización, esta torre de Babel, nos está confundiendo. * Extracto de la intervención del autor en la Conferencia Internacional "Etica y cultura del desarrollo" (La Habana, 31 mayo - 5 junio 1998). |