FORO INTERNACIONAL: COMUNICACIÓN Y CIUDADANÍA

Intervención de Genoveva Flores, representante de CIMAC, en el acto de Clausura del Foro

 

Con mucho gusto tomo la palabra porque tras de mi voz hay muchos silencios, murmullos y sollozos, porque como muchas de las que estamos aquí, o al final de la cadena de comunicación, tenemos una muy amplia experiencia de lo que significa tratar de lograr la equifonía dentro de la globalización.

Desde hace milenios nosotras hemos vivido la globalización que significa la estructura patriarcal, que hoy sigue permitiendo que en la mesa de derechos humanos no se haya considerado importante escuchar la voz de millones de mujeres que decimos que el derecho a no ser violentadas sexualmente debe ser universal.

En el mismo tenor, esta cultura patriarcal permite en Egipto que las mujeres sean mutiladas y queden excluidas del placer de su propio cuerpo; o que en Tailandia un japonés o un europeo puedan comprar por Internet la virginidad de una joven.

El violador de Ciudad Juárez, la musulmana en Egipto, el varón en Tailandia y también muchos de ustedes aquí, que tuercen el gesto cuando exigimos, con la voz de muchas, no generar y producir mensajes que atenten contra la dignidad de las mujeres; son parte de la globalización patriarcal.

Podemos decirles que la globalización que hoy, con tanto temor, miran venir, puede durar milenios.

Les podemos decir que, como experiencia personal, la vivirán con una sobre explotación que les reducirá los salarios y los sueños. Así ha sido con nosotras.

Les podemos decir que serán humillados, vejados y su voz se irá reduciendo a un murmullo; y no tendrá un valor equivalente a la de aquellos que con el poder de un plumazo, un carpetazo o de un golpe, podrán callarlos.

Y cuando ese murmullo se aproxime al silencio y en el vértigo de la caída profunda, tal vez les extrañe encontrar en su trayecto a muchas colegas que durante años fueron sus amigas, esposas, hermanas e hijas aferradas a las paredes, subiendo en pequeños grupos y en condiciones adversas que ustedes impusieron. Deben saber que están resistiendo a la globalización del patriarcado. Si llegaran al fondo encontrarían a muchas más calladas y hasta engarrotadas de dolor, como ustedes lo estarían entonces; compartiendo, por primera vez, el silencio. Así que hoy les podemos decir que la exclusión de la voz no empieza con el monopolio del espectro radioeléctrico, sino con el monopolio de la voz que impide la interlocución con sus esposas, hijas y hermanas en sus propias casas. Con vuestras compañeras en las escuelas, con las mujeres en la parroquia, con las colegas en las estaciones de radio o en los periódicos.

Estamos muy molestas y molestos porque los gobiernos nacionales otorgan las frecuencias a otros para que hablen ellos y no las comunidades, sus comunicadoras o sus comunicadores, pero no nos parece malo que, a fuerza de torcer el gesto, de miradas de desaprobación, de chistes sexistas, se hayan callado las voces femeninas a nuestro alrededor. No nos parece mal decir que temas como la muerte de miles de mujeres en América Latina, por causas prevenibles y ligadas al embarazo, no es noticia. No nos parece mal hablar e interrumpir en las plenarias y en las mesas a nuestras compañeras periodistas con comentarios "sabios" y fuertes. Todo es parte de la misma globalización. Nosotras somos esas mujeres que ustedes van viendo en su caída y, muy al contrario de lo que puedan suponer, nosotras ya tenemos algunas mañas y estrategias para enfrentar la globalización y hasta podríamos compartirlas con ustedes. Porque hemos descubierto que solamente rechazando la estructura vertical -que dicho sea de paso es magno ejemplo del patriarcado- se puede empezar a salir y que la solidaridad es una de esas llaves. Esta solidaridad supone la equivalencia, donde una tiene el mismo valor que el otro; la equifonía, que supone el mismo valor de las voces de las mujeres con la de los varones y la equidad -que no igualdad- que supone un análisis de las desigualdades existentes y a partir de su reconocimiento lograr la equiparación de las condiciones entre hombres y mujeres.

Así que el círculo de opresión se tiene que empezar a romper ya, sin ningún otro plazo; no después de que triunfe la revolución; no después de que se obtenga la frecuencia, no después de que se obtengan los recursos para el proyecto comunitario... sino ahora cuando todo está siendo, cuando seguimos reproduciendo esta estructura patriarcal, globalizada, padre de todas las experiencias de globalización y desigualdad. Así también podemos decirles que cuando se habla de perspectiva de género estamos refiriéndonos a una de nuestras estrategias de deconstrucción de un fenómeno de globalización, que hoy les impide a ustedes una vida afectiva de calidad con sus hijas e hijos, quienes hoy los miran como extranjeros en su casas; y a nosotras establecer relaciones realmente equitativas con ustedes. Pero allí estamos, si escuchan, oirán los pasos serenos de unas transehuntes a quienes de repente necesitamos decir ¿estás allí? para que ellas nos digan ¡si estoy aquí!