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El libro es un efecto. Su principal causa inmediata se llama padre Gonzalo Valdivieso Eguiguren, prior del Convento Máximo de Santo Domingo de Quito. Si bien Carlos Marx tuvo razón al asignar a la economía un papel tan importante en la política y en la cultura, los partidarios de la teoría del liderazgo como determinante en la historia de los pueblos tienen también su parte de razón. El liderazgo del padre Valdivieso salta a la vista. Viene de Loja, una provincia y una ciudad que durante este siglo que fenece ha hecho las mayores contribuciones culturales al Ecuador en la sociología, literatura, periodismo, ensayo y mecenazgo cultural. El lugar natal marca mucho. Y más en el año de 1929, año del nacimiento del niño Gonzalo, cuando era presidente un lojano ilustre, el médico y partero doctor Isidro Ayora, ejecutor de la reforma del Estado Ecuatoriano. Viene de una familia distinguida. Valdivieso y Eguiguren. En Loja está el Colegio Bernardo Valdivieso y en la Conferencia Episcopal, monseñor Vicente Eguiguren. Una buena cuna suele dar magnanimidad y grandeza de alma, virtudes que nacen de un cierto desahogo económico, una buena educación y una tradición de años. Ya verán ustedes cuán generoso se portará el autor cuando lleguemos al último número de este programa "Cocktail Buffet", así con letras mayúsculas. Tuvo una excelente formación, pues, a más de ocho años de estudios en las etapas del noviciado, filosofía, teología y letras en este mismo convento de San Pedro Mártir, se graduó de Bachiller en Derecho Canónico por al Universidad de Comillas con sede en Madrid, y cursó estudios de Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad Nacional de Madrid con distinciones. Se licenció en Derecho Canónico en la Universidad de Santo Tomás en Roma y se doctoró en ese Sagrado Derecho en la mismas universidad de la Sapiencia. Dieciocho años más tarde volvió a Roma para postgrado en Jurisprudencia Rotal en la Universidad Gregoriana de los jesuitas en la Plaza de la Pelota. Y allí obtuvo el título de "Abogado de la Sagrada Rota", por lo que pudo ejercer durante 21 años de juez en los Tribunales Eclesiásticos. Estos de la Rota tienen poderes formidables, y si el padre Gonzalo Valdivieso hubiese vivido en los tiempos de Clemente VII, lo habrían contratado para impugnar los argumentos de Enrique XVIII contra la buena reina Catalina de Aragón. Con estos títulos de lojano, Valdivieso Eguiguren, dominico, doctor, abogado de la Sagrada Rota pudo haber sido un fraile estudioso y haberse contentado con ello. Estudioso siempre fue y lo prueba su libro de derecho sobre "La participación de los religiosos en el cuidado de las almas"; pero no se contentó con eso. Sus hermanos en religión lo eligieron Procurador del Convento de Santo Domingo, cargo ejercido durante nueve años, y cuyas funciones equivalen a las que la ministra Ana Lucía Armijos, de origen lojano también, hizo en el ministerio de Finanzas. Pudo entonces ordenar y modernizar la economía de la Provincia Dominicana de Santa Catalina de Siena. Lo eligieron más tarde prior del Convento Máximo, luego provincial de la Orden, y de nuevo prior de este Convento por dos períodos seguidos. De modo que conoció la dulzura amarga del poder y pudo construir en las casas dominicanas del Ecuador, modernizar la administración, asegurar a los frailes una vejez sin angustias y dotarles de instrumentos digitales de trabajo. Pero también trabajó directamente en la labor pastoral cuando formó la ciudadelas San Vicente Ferrer, San Fernando, Santa rosa de Lima y la Unión Popular para gente pobre. Y creó, en la ciudadela Fray Batolomé de Las Casas, en el Convento Santo Tomás de Aquino, la Casa de Formación de los Dominicos, excelente iniciativa, pues así los futuros frailes tenían una mejor vista de Quito y estaban lejos de este Convento que no siempre conviene mezclar los conscriptos fervorosos con los generales curtidos por la vida y las batallas. Y trabajó en la cultura animando el Instituto Nacional de Patrimonio como delegado de la Iglesia ecuatoriana. Creó el taller Escuela de Restauración Artística Fray José María Vargas con profesores ofrecidos por Bélgica. Fundó y dirigió del Departamento Episcopal de Patrimonio Religioso para conservar, catalogar, restaurar los monumentos, el arte, los libros y los archivos de la Iglesia ecuatoriana. Pero la obra más visible de esta vida admirable y fecunda cae en el campo de la const5rucciòn y restauración. Cuando fungió como prior del convento de Santo Tomás en Las Casas construyó una bella, sencilla y funcional iglesia con diseños estructurales y ornamentales de su propia cosecha. Y en sus nueve años de priorato del convento que esta noche nos acoge, ha hecho la magna obra que conmemora este libro y que pronto pasaremos a recorrer y que ya estamos admirando en la perla del convento, esta Capilla de la Virgen del Rosario en el Arco de la Mama Cuchara. Así que el teólogo, el canonista, el abogado de la Rota despuntó como gestor porque no es que nadie la haya dicho vea padre Valdivieso tome este dinero y reconstruya ese convento que les va a matar a todos los frailes, sino que dado el peligro de que el patrimonio del Estado, fray Gonzalo y sus conventuales sintieron un vivo terror y sus cohermanos le dieron autorización notarizada para que consiga dinero y emprenda la obra. Y lo consiguió y mucho porque este convento vale más que una campaña electoral. Para haber hecho tanto en breve lapso de una vida humana se requiere una personalidad robusta, activa, constante y también un ego grande, una dinamia de poder y mucha ambición virtudes propias de un líder y que cuando son puestas al servicio del bien común merecen el aplauso justiciero. Pero ni el lugar natal, ni la familia, ni los estudios formativos, ni la confianza de sus hermanos de religión, ni las dotes de líder bastan para explicar una obra así. Debe de haber algo más interior y más profundo, más íntimo y espiritual. En el libro, en la parte del informe a sus superiores y conventuales, el padre Gonzalo Valdivieso deja entrever ese manantial interior. Cita el salmo 125 y dice: "Cuando
el Señor cambió la suerte de
TOMADO DE: Discurso del Doctor Simón Espinosa Cordero en el acto del Lanzamiento del Libro: "Convento Máximo Santo Domingo de Quito", el 8/12/99.
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