"La labor de la restautación monumental y artística se manifestaba enorme; muy técnica y costosa. Algunos recintos conventuales parecían definitivamente acabados...

No podíamos los dominicos de este magnífico convento, cargado de historia y de méritos, ni lo quiteños que honran y aman sus legítimas glorias en cultura y arte, entrar al nuevo milenio cargando el peso ominoso de este monumento convertido en ruina arística e intelectual. Queríamos que el alba del nuevo milenio nos encuentre con las galas de nuestros tesoros remozados en su belleza artísitca y en su simbología de fe, y con el optimismo idealista de este pueblo quiteño y ecuatoriano digno de la mejor suerte..."

Dr. Gonzalo Valdidieso Eguiguren, O.P.